El teletrabajo ¿Es oro todo lo que reluce?


Hace décadas que venimos escuchando sobre las bondades del teletrabajo. El aumento de la productividad que supone, las horas de desplazamiento que se ahorran y la felicidad de los trabajadores que, por fin, podrán conciliar vida personal y vida laboral.

Qué supone el teletrabajo

Esta tendencia que poco a poco se ha ido introduciendo en algunas organizaciones, se acaba de imponer a marchas forzadas, por necesidad, de repente, sin avisar, como el resto de las medidas que nos acabamos de encontrar estos días. Departamentos de RR HH, clientes, proveedores todos nos hemos visto obligados a elaborar planes de contingencia de un día para otro, para abordar la crisis del contagio.

En estos días podremos hacer realidad esta modalidad y poner a prueba las bondades. ¿Realmente se rinde más trabajando desde casa? ¿Aumenta nuestro nivel de productividad? Estar solo en casa, sin los teléfonos de la centralita o de tus compañeros sonando, sin las conversaciones del pasillo, sin las voces que salen de la sala de reuniones, sin la mirada de tu jefe por encima de la pantalla del ordenador o por encima de tu hombro para ver cómo llevas ese informe…

¿Es realmente el teletrabajo la panacea?

Pero ¿estarás de verdad sólo? ¿no vas a tener otros ruidos? ¿no habrá otros ojos mirando por encima de tu ordenador o de tu hombro?

¿Habrá niños a los que atender? Desayunos, ropas, deberes, mocos, comida, pañales, toses, más deberes, una pelea, más deberes, la merienda, una herida, otra pelea, la ducha, la cena…Tal vez me podré levantar y no hará falta ni peinarme, con legaña incluida podré encender el ordenador antes que la cafetera, contestaré el primer mail antes de hacer pis y así, entre mail y mail iré desayunando, entre proyecto y proyecto, haré la cama, entre llamada y llamada pondré la lavadora y hasta las lentejas…puede que aproveche y me acerque al banco, que venga el del seguro a ver la gotera que me hizo el vecino, ¿acompañaré a papá al médico? Así a la vuelta ya paso por la tintorería y hago un poco de compra en el super. Eso sí, a las doce de la noche y, como teletrabajo, seguiré dándole a la tecla… La libertad que nos proporciona elegir “cuánto”,” cómo”, ”cuándo” y ”dónde” trabajo se puede convertir en la mayor fuente de estrés y esclavitud conocida: “demasiado”, “de cualquier forma”, a “todas horas” y en “todas partes”…sin control, sin principio y sobre todo sin final.

Nuestras 24 horas. Organización y planificación

Y es que corremos el riesgo de perder la capacidad de organizar y planificar, y la facilidad de improvisar porque tenemos “todo” el tiempo del mundo (24h) y de supeditar la organización de las tareas del trabajo a las necesidades del día a día.

​En estos momentos, en los que la necesidad obliga, debemos entrenar y aprender a organizar el tiempo para no convertirnos en esclavos del trabajo:

  • Preparemos un horario laboral, como nos vamos a ahorrar el tiempo del desplazamiento podremos adelantar el comienzo de la jornada laboral o desplazarlo, podremos hacer intervalos más cortos de atención plena al trabajo en periodos de 20´o 60´ en el tiempo intermedio planifica otro tipo de tareas, eso sí, usa tus 5 sentidos en cada una de las tareas que realices cada vez, tanto las laborales, como las familiares, o personales.
  • Organiza las responsabilidades domésticas, pon también un horario para el aseo, la lavadora, la cocina o el cuidado de terceros. Al igual que en un entorno laboral, las tareas requieren de nuestro máximo nivel de concentración, si hay personas dependientes a nuestro cargo y otros miembros de la familia también van a teletrabajar, repartiremos los horarios de atención a dependientes y de trabajo doméstico para disponer de tiempo con foco único en las tareas laborales y con foco único en la atención familiar.  Reserva tiempo de ocio, 24h en el mismo entorno dificultan la distribución de los tiempos. Busca equilibrio entre trabajo, cuidados, ocio y descanso.

¡Ánimo, disciplina, control e ilusión por el nuevo reto!

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